Llovían dos opas hasta que se ahogaron.
He encontrado a La tristeza colapsando en un lunar que antes
no existía. Se ha vuelto un trauma patológico que ronda más allá de la
superficie de la piel. No desaparece y se sumerge hasta profundidades enraizadas.
Ha aparcado un lugar y, mientras me lavo el rostro, veo que se va acomodando cada
mañana un poco más.