recuerdo al medio día




Este submundo de los toldos que me hace caminar sobre apestosas piedras, humedecidas mil veces por agua aún más apestosa... me destruye la espalda, se me han convertido los pies en dos lenguas congeladas.

Mientras las cholitas se empujonean con sus cholitos, un síndrome de dominó ha capturado al tráfico, daría lo que sea por cazar centauros en El Alto y evadir lo que sea que les haya hecho creer que su cosmovisión andina está inclusive en la pereza infinita de un atolladero automovilístico, por encontrar aquello que amigue monolitos con changuitos de acentos estirados.

Hoy, mientras se congelaba mi café, he dejado caer en silencio mi cabeza y las cargas de metal que con ella suelen mezclarse. Siento tu mano como si se hubieran llenado las nubes con osos de felpa. Se ha quedado como zombie un recuerdo vagando entre el viento y el bullicio. Se han quedado bloqueados los nevados, se fastidian los vendedores de tanto vender lo que no deben y comprar lo que a nadie le interesa. Se han pasado las calles recibiendo a gente que no hace más que pisotear a otra y todos pasan de lado en la plaza, no vaya ser que una paloma le cague la vida.

Mis estudios de chicha y de limonada nada podrán hacer frente a tu idiosincracia, me has pateado los sesos y resulta que para rematar yo no conocía a ningún caballero, ¡promesa…!, por tanto, tus primeras palabras han destruido mis defensas por completo.

Ahora, mientras camino en el submundo de los tolditos, del api, del minibus llenito hasta el tope, simplemente estoy desprotegida. Te vas a llevar mi alma como quien compra dulces en la tienda, así de facil me caí en tu bolsillo.

¿Qué dirás?. Ni chicha ni limonada, señorito intelectual, ya se que tiene el tiempo planeado y será mañana. Tal vez, tu blogósfera nos una bajo los abrazos gentleman de alguien que hoy recuerdo al medio día.