la chica con un solo ojo

Un reflejo cada vez más tenue producto de una flaqueza profunda, ha sido desde hace mucho el inicio menos glamoroso de mis planes, sin embargo, pensar que uno puede desandar lo andado, como estirar el hilo de un tejido es ridículo, lo que quedan... ojos deslumbrados, reflejos borrosos y la confusa calma del día siguiente.


Cuando recordé como había salido de mi más terrible encrucijada, colgué sobre mi piel los pedazos que habían quedado de esa masa apacible pero necia que llamaba corazón.

No hubiera podido soportar la desdicha por si sola de no haber sido porque el meollo del problema quedó cubierto por tierra, granizo, ceniza y toneladas de enfermedades urbanas. Tal vez las desdichas más grandes suelen cubrirse/curarse de esa única y simple forma, con polvo y aspirinas.

Ni mis más cercanos o lejanos muertos me lo hubieran permitido. La noche que durmieron sobre mi pecho, desdeñosos terminaron contándome al oído que habría sido abandonada, dejada en medio de la nada con mi apéndice existencial a cuestas, convirtiéndome en la chica con un solo ojo. Aquella, la de la patética posibilidad encontrada en un pozo, la del desquite cuando le han advertido hasta en sueños que no lo haga. Alguien que tiene un sólo lado de la historia, esperando ser consolada por los perros más feroces de cualquier disparatada imaginación.

La chica con un solo ojo… a la espera de una luz esquiva que tacha una y otra vez en el error.

Mis muertos, quienes durmieron esa noche en mi pecho, no me lo hubieran perdonado.