la cena de los carnívales


(sobre la convivencia social en tiempos de carnaval)

Cuando los carnívales llegan, arrasan con los menús de los restaurantes. Los periódicos vuelan por los aires y se preguntan seguido la noticia del momento. Un culebrón mexicano ronda sus carnes y los aromas se penetran en una lucha inmóvil.
Abren las bocas y les rebotan en el rostro los globazos, acuciantes envoltorios de condimento rondan, intermitentes movimientos los detienen, luego caminan como si la maleza de alrededor fuera tras otros.
La noticia del momento se llama: mordiscos. Cuando caen en cuenta de la temporada, embalsaman sus cuerpos, terminan sólo con aromas, se comen y lento, se degluten, luego pestañean eliminando con un mondadientes lo que queda. Finalmente, la noticia del momento se va con una servilleta.
Los carnívales fastidian al destino, buscan soles durante la noche, joden al destino y sus paralelos como si fueran ellos mismos, así de fácil, como jugar ruletas con manos ajenas, se chupan cada dedo satisfechos, chocan vasos se zarandean con las bandas.
Luego de verse y removerse de todo lado, sus aristas chocan, entonces, ni siquiera el agua puede ablandar esa piel, avanzan (im)prudentes, limitados de espacio, con cara de saciedad, apenas y se miran antes de devorarse.

2 comentarios:

Raúl dijo...

No sé yo si resultarán muy recomendables como compañía, estos carnívales.

pietila dijo...

para nada Raúl, pero a veces es lo que hay.
Abrazos!